El Cardenal Jaime Ortega y el Cacique Hatuey

MIAMI 6 DE JULIO DE 2015, nhr.com—Al escuchar las palabras del Cardenal cubano Jaime Ortega dichas a un grupo de opositores, llamando a los cubanos de Miami “la gusanera”, me alegra más recordar aquel día del mes de Mayo hace 25 años atrás en que asistí a una reunión entre miembros de una iglesia cristiana, y allí el Pastor Mike Witman me convenció en que “Jesús era la única vía hacia la salvación, era el camino, la verdad y la vida, nadie viene al padre si no a través de él”.

Al escuchar o leer las declaraciones del Cardenal cubanos Jaime Ortega este fin de semana, repito, comprendimos que es uno de los seres más canalla que existen en la tierra, e inmediatamente recordamos un pasaje de la historia cubana, fue allá en sus inicio en que los españoles trataban de colonizar a Cuba y cometieron atrocidades, vejámenes, violaciones etc., y fue el famoso Indio Hatuey o Yahatuey como le llamaban algunos españoles, quien se convirtió en el primer rebelde de Cuba.

Cuenta la historia que durante un tiempo después en los españoles capturaran al Indio Hatuey fue torturado y juzgado por desconforme y rebelde. Tal insubordinación le costó que lo amarraron a un madero verde y le impusieron un castigo que lo haría desaparecer de la faz de la tierra del modo más cruel posible, morir en la hoguera. Hatuey se resistía, aun el día en que su cuerpo estaba a punto de ser convertido en cenizas.

Cacique Hatuey

Cuando el calor de la fogata empezó a rozar las plantas de sus pies, Juan de Tesín, un cura franciscano que acompañaba a los conquistadores, pidió a Velásquez que le permitiera acercarse para proponer al insurrecto que aceptara a Jesús porque éste le abriría una mejor vida allá en el cielo. El indio giro su cabeza, clavó una mirada despreciativa hacia los españoles y le pregunto; “¿Ellos irían al “Cielo” también?” a lo que el cura le respondió con un tajante “sí”. Entonces dijo Hatuey; “prefiero irme al infierno antes que encontrarme con estos hombres en el cielo”.

Estamos seguros de que esta infamia cometida por el Cardenal Jaime Ortega será condenada por todos los cubanos de buena voluntad, los amantes de la libertad, de los cubanos libres de aquí y de allá, de los que recuerdan también aquella página de rebeldía del Cacique Hatuey, con la diferencia de que ellos irán al cielo, el Cardenal ya se ha ganado su puesto en el infierno.