Carlos Giménez, ¿un alcalde ebrio de poder?

• Ramón Mestre comenta sobre las controversiales recomendaciones del alcalde a la Comisión condal

MIAMI, 18 DE MARZO DE 2013, NHR.com–Durante muchos meses NHR.com se ha hecho eco de varias controversias ocurridas en el condado Miami-Dade, entre éstas la  del almacenamiento de los famosos vehículos en la estación del Metro de Liberty City, la selección de la empresa AnsaldoBreda para construir los vagones de Metrorail, empresa que ha tenido innumerables desaciertos en todas las ciudades con que ha hecho negocios y que a la larga saldrá más cara que la compañía  neoyorkina que compitió en la licitación, y el más de los  controversiales de los contratos: el de forrar maletas en el Aeropuerto Internacional de Miami (MIA).

NHR.com se ha visto como único medio informativo en relación con esos delicados casos hasta ahora, pero en la edición del pasado viernes 15 de marzo el Nuevo Herald publica la opinión del periodista Ramón Mestre bajo el titular “¿Un alcalde ebrio de poder?”, donde retrata las posiciones adoptadas por el alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, sacando a la luz lo que ha venido reportando NHR.com.

A continuación reproducimos íntegramente lo publicado en el Nuevo Herald

 

 

 

¿Un alcalde ebrio de poder?

Ramón A. Mestre

Carlos Giménez llegó a la alcaldía condal presentándose como el anti-Álvarez (me refiero, claro, a Carlos Álvarez, el ex alcalde devenido fisiculturista sexagenario), el político que no se debía al relajo de los cabilderos y de los parásitos que viven chupando del erario público. Giménez era el administrador experimentado, el amigo de residentes castigados por las inepcias del condado, un crítico solitario en la comisión del regalo multimillonario que los contribuyentes les entregamos a los dueños de los Miami Marlins. Giménez se proyectaba como un modelo de probidad, el tipo eficiente que sabe hace hacer las cosas bien, sin recurrir a la trampa, respetando en todo momento las normas establecidas.

Sin embargo, desde su primera toma de posesión, Giménez ha empezado a exhibir algunos rasgos inquietantes. Aún no se comporta como un farsante consumado, el político banal que predica una cosa y hace otra. Incluso, ha cumplido algunas de sus promesas electorales. Semejante proeza basta para distinguirlo de sus dos antecesores, Álvarez y Alex Penelas. El alcalde no se ha convertido en una caricatura del funcionario electo corrompido por el inmenso poder que disfruta un alcalde condal pero algunos aspectos de su ejecutoria contradicen la imagen de modestia, sentido común y transparencia que Giménez cultiva. Hay varios ejemplos. ¿El primero? Al conocerse el escándalo de la compra de decenas de vehículos ociosos almacenados y olvidados en un estacionamiento del Departamento de Tránsito, Giménez evadió el tema. No intentó investigar las causas del despilfarro. Es más, justificó la compra de los vehículos, un derroche que el alcalde había criticado públicamente cuando era un simple comisionado. En este caso, Giménez protegió a sus burócratas aceptando las explicaciones vacías de los funcionarios.

Meses después, Giménez recomendó que el condado le comprara a una empresa italiana nuevos vagones del Metro Rail que nos van a costar más de 300 millones de dólares y requieren la construcción en Miami de unas vías (a un costo de más de 20 millones) para realizar las pruebas de los vagones made in Italy. Una mayoría en la comisión aceptó la recomendación de Giménez a pesar de que el alcalde había seleccionado una compañía con un historial de incumplimiento que para colmo les recarga a sus clientes excesivos costos adicionales. Vamos a pagarlos los contribuyentes, gracias al alcalde y a ciertos comisionados (aunque el contrato estipula frecuentes y carísimos viajes a Italia por parte de representantes del condado a fin de “inspeccionar” la obra).

Más recientemente los propietarios de los Dolphins le presentaron a Giménez su plan cifarrero para renovar el estadio Sun Life con fondos públicos. Pero en lugar de adoptar la misma postura que asumió hacia el embuste perpetrado por los Marlins, el alcalde se comportó como un politiquero taimado. Implícitamente endorsó la propuesta de los cetáceos depredadores, “si las cifras cuadran”, como dijo. Y no se pronunció a favor de celebrar un referendo hasta que los Dolphins cambiaron de criterio y respaldaron una convocatoria electoral. En el affaire de los Delfines la conducta de Giménez ha sido una muestra de simulación digna del mejor Penelas.

Y al igual que Penelas (quien hizo exactamente lo mismo hace más de 10 años en una licitación casi idéntica), el pasado jueves Giménez vetó una decisión tomada por 9 de 11 comisionados (se ausentaron dos). Los comisionados le adjudicaron el contrato para envolver equipaje en el aeropuerto a una empresa que Giménez no favorecía. La comisión eligió una compañía miamense que obtuvo la mejor evaluación técnica de los expertos del condado. La empresa local operó la concesión hasta el 2010 cumpliendo todas las estipulaciones del contrato con Miami Dade. Suponía que un veto sólo se ejerce en casos excepcionales. Al parecer para Giménez es un hecho excepcional e inaceptable que nueve comisionados hayan tenido la osadía de oponerse a su voluntad. El alcalde quiere darle el negocio a una empresa italiana, el concesionario actual. A pesar de que esta compañía ha violado sistemáticamente los términos de su contrato con el condado. A pesar de que sus “libros” son una calamidad y que ha hecho caso omiso de su compromiso de promover socios minoritarios. ¿Cómo justifica Giménez su veto y su “recomendación”? Presentando contradicciones simplistas que deforman la realidad e ignoran la historia de la empresa italiana en el aeropuerto.

Confío en que Rebeca Sosa, la presidenta de la comisión, logre persuadir a sus colegas de la necesidad de anular el veto de Giménez. Por el bien del presupuesto de Miami-Dade, de los consumidores que envuelven su equipaje en el aeropuerto y por el bien de un alcalde que necesita una lección de humildad. Necesita que sus colegas le apliquen un freno a la soberbia que lo aleja de la figura que ha intentado venderles a los votantes.